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Mi Camino
Cómo hice mi camino a Santiago de Compostela
¡Hacer el Camino de Santiago de Compostela ha sido una de los TOP10 de las mejores elecciones de mi vida! Estuvo en mi lista de deseo desde que vi la película con Martin Sheen (la recomiendo un montón).  No pensé que lo lograría porque creía que sería complicado organizarlo, pero hoy en día todo es fácil a través de Google, y con la ayuda de amigos que ya han hecho el Camino y muy generosamente me ayudaron con los tips, logré cumplir este sueño. Así que, como favor con favor se paga, o amor con amor se paga, ahora me toca a mí compartir.
 

Hay muchos caminos, y todos llegan a Santiago, pero yo lo hice por el Francés, saliendo desde Sarria, simplemente porque es el más rápido y no tenía tantos días de vacaciones. Lo hice con mi esposo, ¡Hacerlo con él fue la segunda decisión mejor tomada! Lo puedes hacer en 5 o 6 días de caminata. Yo sugiero hacerlo en 6 porque se disfruta tanto el Camino, que ese día adicional bien vale la pena, y claro, porque el cuerpo acepta con gratitud caminar 15 kms diarios por 2 días, en lugar de caminar 30 kms en 1 solo día.
 
Los zapatos, la ropa, la mochila, todo eso es importantísimo, y cada uno debe hacer sus investigaciones según sus necesidades. Yo encantada puedo recomendarte lo que nos sirvió a Carlos y a mí, pero lo más importante es llevar bien dispuesto el corazón y la mente para exprimir la experiencia del Camino. Es una experiencia que, creo yo, la vive quien quiere conocerse, perdonarse, encontrarse.
 
A me hacía falta un espacio de silencio donde pueda revisar cada etapa previa de mi vida. Cada actitud, cada error, cada dolor. Y, desenredando ese gran nudo que se vino formando en 46 años de mi vida, quise firmemente empezar a enderezar lo que estaba enredado. Parece difícil, pero todo es cuestión de voluntad.
 
Es un gran propósito el de querer mejorar aquellas flaquezas que vas encontrando, es difícil lograrlo, pero no es imposible. Yo he regresado con la voluntad firme de intentar a diario, y si me caigo me paro, y si me duele lloro y sigo adelante, ¡Y es en ese intentar y luchar donde está ya gran parte de haber logrado lo que me propuse!
 
Pienso que en esta vida hay que tener actitud de peregrino. Caminar, seguir adelante, pero a la vez detenerse durante el tiempo que dura esta peregrinación para poder darle un sentido, y así cerrar el círculo. El circulo de la vida, de mi vida o de mi Camino que a veces parece que significa lo mismo.
 

El destino me permitió hacer el Camino con la mejor compañía: Carlos. Yo pensé que a él le costaría mucho la caminata porque él corre, y caminar le duele la espalda, los pies y la paciencia... En cambio yo camino mucho y siempre me ha encantado. Pensé que era muy buena caminando, pero mi primera lección fue sobre la humildad, porque la cansada y la impaciente por llegar era yo. Carlos, nuevamente con su ejemplo, me enseñó el valor de la perseverancia. Él hacía su Camino y yo iba detrás de él (por cansada) y me daba cuenta que él ES mi Camino. Seguramente tuvo que vencerse a mismo muchas veces, porque cuando el cuerpo se siente tan exigido te reclama, pero NUNCA escuché una queja. En ese silencio de los dos entendí cuánto se puede ofrecer en esta situación y en muchas situaciones que se presentan en la vida. Y así empiezas a entender lo que el Camino te dice, una vez más, en silencio, cuando logras aquietar tus pensamientos. En esto está la clave, aquietar los pensamientos... ¡Qué regalo tan inmenso el darse este tiempo para uno mismo!
 
Después de este descubrimiento o redescubrimiento de mis flaquezas y de la esperanza de mejorarlas que el Camino me regaló, te puedo decir que viene la segunda parte del autoconocimiento.

Reconocer que en mi vida he recibido tantos regalos, tanto amor, que siento una ‘urgencia’ de devolver a los demás algo, aunque empiece por poco (y sueño con poder devolver mucho). ¡Amor con Amor se paga! Entonces, estoy caminando, estoy sintiendo que es un sacrificio este andar, entonces ¿qué mejor que hacerlo por quienes llenan mi corazón?. Y aquí empieza otra forma maravillosa de hacer el Camino: Hacerlo por los demás.
 
Una peregrina me recomendó llevar una libreta y apuntar los pensamientos que se me venían a la cabeza en el Camino. Así que en mi libretita fui apuntando los nombres de cada persona por quién agradezco, por quién pido y por quién ofrezco. Sabes que fue increíble darme cuenta que mientras caminaba y me cansaba  se me venían más personas a la mente y las apuntaba en mi libretita azul, y  no solo que me sentía menos cansada, sino que me sentía más feliz. Es como si me quité un peso de encima y caminaba liviana y entusiasmada! Ojalá las personas por quienes ofrecí mi Camino sientan no solamente mi amor sino que se alivien sus cargas. A cada uno de ustedes (que ya saben quienes son) los quiero MUCHO.


Tuve la suerte de conocer a un monje peregrino. Se llamaba Padre Salvador, era ya muy mayor y caminaba con todas sus pertenencias al hombro. Lo veía cansado, caminaba más lento cada día, pero cuando nos acercábamos a él, saludaba con una alegría de verdad indescriptible. ¡Cómo te animaba ese viejito! Con sus fuerzas físicas tan exigidas te daba una inyección de adrenalina para seguir caminando. Después me contó que caminaba desde Barcelona. ¡Tenía caminando 4 meses y siempre estaba feliz!
También conocimos a otra peregrina que caminaba sola. Fue su regalo de ella para ella por sus 40 años. El Camino nos presentó cuando faltaban los últimos 20Km para llegar. Su historia de vida fue un regalo para nosotros. Nos dio, a Carlos y a mí una de las lecciones de vida más importantes que hemos recibido. Ella sabe quién es, a donde va y de dónde viene. Su historia no la cuento aquí porque no es mía, es suya, y con mucho respeto , admiración y gratitud la guardo en mi corazón.


Me quedó muy claro que el Camino no es un recorrido religioso sino espiritual, pero al ser yo católica, sentí el abrazo de Dios en mi Camino. Esta es una peregrinación sin prejuicios, sin imposiciones ni ideologías. Por eso es, antes que nada, camino de reflexión, y momento de crecimiento espiritual. Eres peregrino, sin más. Pero como católica que soy puedo decir que la *cereza sobre mi helado* fue saberme escuchada por Dios, entendida y sobretodo perdonada y abrazada. Me escuchó durante tantas horas de silencio en las que pude conversar con Él, y logré dejar mis miedos porque me llenó de esperanza. En el crujir de las hojas secas bajo mis pies escuchaba su voz diciéndome: “Yo sé, no te preocupes. Eso que te angustia o te duele lo vas a sobrellevar y a superar, y esa persona a quien tanto quieres va a conocer el Amor y va a estar bien”.


¿Qué más puedo pedirle a esta vida? Sólo puedo tratar de devolverle. Así que a todos, desde mi corazón peregrino, les deseo un BUEN CAMINO en su vida.



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